Psicólogo Terapia pareja

Fuiste lo peor que me ha pasado en la vida, ¡pero gracias!

Me he animado a escribir este post no con la intención de despellejar a esta persona ni mucho menos. Mi tiempo es bastante valioso como para malgastarlo haciendo protagonista a quien no lo merece. Este post lo escribo porque en consulta cada vez son más los casos (mujeres y hombres) que veo atrapados en relaciones que ni ellos mismos quieren mantener, pero que tampoco saben cómo salir de ellas. “Quiero poner fin, pero a la vez no quiero”. Esta es la frase que podría resumir como se sienten.

La OBSESIÓN se ha apoderado de estas personas y el miedo a arrepentirse y la visión túnel (focalizar hacia lo positivo justificando lo negativo), se han convertido en cadenas que no les permiten tomar decisiones.

Muchos de los que me siguen habrán podido observar que en muchos de mis post suelo utilizar la frase: “TODO PASA POR ALGO”. Una de mis frases favoritas. No quiere decir que deje mi vida en manos del destino. Soy de las que pienso que con cada paso que doy y que no doy, estoy creando parte de mi futuro. Otra parte viene dada por el azar que no controlo. Con esta frase me refiero a que lo “malo” llega solo, pero tú puedes darle un sentido o significado.

En mi caso, al principio creí estar locamente enamorada de alguien que al poco tiempo pasó de ser un precioso y amable cordero a convertirse en un lobo con las características de este animal. Porque sí, a veces un animal puede serte más fiel, leal y cariñoso que determinadas personas. En fin, dejemos este tema a parte y sigamos…

Hasta conocer a esa persona, mi vida era muy tranquila, más tirando a permanecer en una zona confort y sin mucha ambición la verdad. Después de muchas idas y venidas, cuando la relación acaba definitivamente, yo paso por una muy mala racha. Estaba totalmente obsesionada y con una dependencia emocional brutal. Sabía que no podía estar con él, pero a la vez sentía que no podía separarme. Unas emociones contrariadas con las que me daba la impresión de “volverme loca”.

Acudí a un profesional. Un psicólogo que ya me conocía porque me había tratado en mi adolescencia. Nunca me olvidaré sus palabras: “¿Tama estás obsesionada? Pues obsesiónate con algo que no te destruya.” Y así lo hice. Sustituí una obsesión por otra. Me obsesioné con lo que me apasionaba. La psicología. Para no pensar en él y así evitar las ganas que tenía de llamarlo, de escucharlo, de saber de él, me encerré y me volqué con lo mío. Mi entorno, que es maravilloso, no paraba de darme ideas de cosas diferentes que podía hacer y fue entonces cuando ocupando mi tiempo con algo que me ayudaba a desconectar por momentos, que además me ilusionaba porque iba viendo cambios y con el paso del tiempo (otra variable importante en estos casos), mi herida abierta empezó a cicatrizar, y cuando me vine a dar cuenta, me había reinventado, había hecho un reseteo y me había reiniciado.

Todo pasa por algo. Para mi esta frase no tendría ningún sentido si me hubiera quedado anclada en el dolor, o más aún en esa desastrosa relación. Yo fui la que le dio un sentido y significado a esa frase, porque gracias a que esa persona pasó por mi vida, ahora tengo todo lo que solo existía en un sueño y que nunca imaginé que se haría realidad. Gracias a que me ví obligada a volcarme tanto en algo para distraer mi mente, aprendí ser constante y como además, los resultados de lo que hacía fueron buenos, me ayudaron a confiar más en mí y a motivarme. Gracias a ese capítulo de mi vida, a día de hoy vivo de lo que me apasiona, trabajo para mí y he aprendido grandes lecciones de la vida. He aprendido a romper mitos destructivos sobre el amor como que “tiene” que ser para siempre. He aprendido a que no todo se le puede llamar “amor o a borrar de mi cabeza la estupidez de buscar a mi media naranja. He aprendido lo que quiero y sobre todo lo que no quiero a mi lado, he aprendido que si no sabes lo que vales en muchas ocasiones te aferrarás a cualquier persona, que el amor no se fuerza y por encima de todo, que soy una persona completa que puedo “preferir” compartir mi vida junto a otra persona, pero  que no lo “necesito” para ser feliz.

Reconozco que cuando realizo psicólogo terapia pareja me apasiona. De hecho, a muchos de mis pacientes les suelo contar mi historia porque sé que en ese momento se sienten incapaces de salir de esa situación. Pero ¡SI QUE SE PUEDE!

A veces, estamos tan metidos en el bosque, que las ramas de los árboles no nos permiten ver más allá. Tenemos que reunir todas nuestras fuerzas para subir a lo alto de uno de esos árboles, y desde la copa, podremos ver el maravilloso mundo que hay ahí fuera. Viéndolo desde ahí, podremos decidir hacia dónde dirigirnos.

Muchas personas de mi entorno no entienden como no puedo sentir rencor hacia esta persona. Está claro que no lo quiero ver ni en pintura, pero no siento rencor porque he gestionado lo que me ha sucedido y en realidad, aunque fue una etapa muy dolorosa que no le deseo a nadie, gracias a lo que hice para salir de ahí me he convertido en una persona que, a día de hoy, me gusta como soy y lo que he logrado.

Pd: Dejo claro que no se trata del padre de mi hijo ja ja ja… Persona más maravillosa y buena no he conocido en la vida. Sé que son muchos los que me leen y no quiero dar pie ni siquiera a la duda.

DE LO PEOR, A LO MEJOR.

¡¡Buena tarde!!

 

Tamara de la Rosa / Psicólogo Terapia Pareja

Twitter: @tamarareinventa

Facebook: @reinventatetamara

Instagram: @tamarareniventa

 

Si quieres leer más artículos sobre Psicólogo terapia pareja:, ¡haz click aquí!