carta hombres

Mi carta dirigida a los hombres..

Queridos grandes hombres, menudo lastre con el que han cargado toda una vida con mitos, ideas y creencias basadas en expectativas absurdas y limitantes como que los hombres no lloran porque es una muestra de debilidad. Parece ser que nacieron con la obligación de ser siempre fuertes mentalmente. Y no hablemos de esa imagen de príncipes azules con la responsabilidad de proteger y mantener a la mujer (como si ella por sí misma no pudiera). Además, parece ser que son ustedes los que tienen que conquistarnos y elegirnos, mientras nosotras deberíamos rezar por dentro: “¡que sea a mí por favor!”. Mitos con los que muchos se han visto forzados a comportarse dando cariño y amor sin “ocuparse” que sea de recibo, porque supuestamente no lo necesitan. Hombres que ocultan sus lágrimas y que no muestran su vulnerabilidad ante nada.

Queridos grandes hombres, menos mal que la sociedad va cambiando y sus ideas también. ¡Vivan los hombres muy hombres! Hombres reales, naturales, emocionales, los que lloran, los que ríen, los que reconocen sentirse mal, los que piden ayuda a una mujer, los que no tienen que demostrar ser más fuerte que nadie. Hombres que demandan un abrazo a mitad de noche, un WhatsApp cariñoso a mitad de mañana, que le sorprendan con una cena romántica y que cuando sea necesario busquen un hombro sobre el que llorar. Las mujeres queremos sensibilidad, y los hombres merecen estar libres de expectativas.

  • Viva los hombres que no nos bajan la luna, sino que nos dan la mano, nos acompañan y nos animan hasta alcanzarla. Viva los hombres que son felices con la autonomía de la mujer sin sentirse desplazados y menospreciados.
  • Viva los hombres que sabiendo que son diferentes a la mujer luchan porque todos tengamos los mismos derechos.
  • Viva los hombres que no quieren hacer sombra a su pareja, sino pasear a la par.
  • Viva por esos hombres que ayudan a romper el lastre que le tocó a la mujer como encargada de la casa y la educación de los hijos. Hombres muy hombres todos aquellos que se involucran en esos mismos quehaceres y que además disfrutan haciéndolo. Sobre todo, hombres muy hombres que educados en un entorno donde sus madres les facilitaban todo por ser hombres, se independizan, desarrollan su autonomía y comienzan a realizar esas actividades (nunca hechas) con normalidad.

Y es que queridos grandes hombres, nada les hace más grande que la naturalidad. Somos seres humanos y como tales, somos seres sociales y emocionales. Intentemos quitarnos la máscara de “puedo con todo y no me afecta nada” y pongámonos la de ser libres de expectativas y permitirnos ser.

 

Tamara de la Rosa / Psicóloga en Tenerife

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