Psicóloga Tenerife

¿Por qué romper con el victimismo?

La gran mayoría, en alguna ocasión, habremos adoptado el rol de víctima, aun no existiendo una persona concreta responsable de los que nos sucede y de lo que en ese momento nos hace sentir mal. Simplemente sentimos pena de nosotros mismosporque consideramos que merecemos algo mejor y que la vida no es del todo justa con nosotros.

 

Es cierto que cuando algo nos parece injusto, nos insatisface o la vida nos regala algún momento difícil, tenemos derecho a quejarnos, protestar y permitirnos estar mal por un tiempo. Hay determinadas situaciones como son las guerras, catástrofes, muertes y demás donde indiscutiblemente somos víctimas, pero debemos saber diferenciar estas situaciones. Podemos ser víctimas sin caer en el victimismo.Cuando hablamos de victimismo patológico nos referimos a las personas que viven en una queja permanente y que sin intención, acaban absorbiendo la energía de su entorno. Auténticos vampiros emocionales.

 

Lo cierto es que son muchas las personas que acaban convirtiendo la queja en un estilo de vida por el refuerzo obtenido, por parte de su entorno, en un momento determinado. Son bastantes los pacientes que he atendido con este rol adquirido durante una mala etapa donde recibieron la atención, cariño y protección que quizás, por una baja autoestima o por no haber obtenido este tipo de refuerzo hasta ese momento, les hizo sentir como personas especiales, queridas y más que reforzadas. En estos casos, el victimismo les supuso cubrir una carencia afectiva por lo que, consciente o inconscientemente, decidieron mantener ese papel.Y como todo, es cuestión de práctica. Si practicas el victimismo acabarás asumiendo un rol pesimista que únicamente ve problemas, incluso donde hay oportunidades.

  1. Es importantísimo saber que mantener una conducta victimista,aunque inicialmente aporta beneficios sociales (mayor atención, cuidados, apoyo, etcétera), a medio y largo plazo es contraproducente.Se trata de un “círculo vicioso” donde uno tiende a compadecerse en exceso buscando, a través de la queja, que los demás nos den la razón. De esta manera confirmamos y justificamos la “supuesta falta de control” en todo lo que nos sucede, afianzamos aún más nuestro papel de víctima, aumentamos la distorsión de nuestra realidad (a peor) y anulamos la posibilidad de buscar soluciones porque nos convencemos de no poder hacer nada por cambiar la situación. Esto hace que aumentemos la queja y volvamos a empezar de nuevo.
  2. Recuerda que las conductas victimistas son como grilletescon los que, nosotros mismos, nos esposamos a las situaciones difíciles, tiramos la llave y no hacemos otra cosa que quejarnos, porque realmente nos convencemos de no poder hacer nada por cambiar la situación. Gastamos toda nuestra energía en el lamento en lugar de agotarla buscando soluciones. No se trata de no quejarnos, sino que la queja no nos inmovilice.
  3. No te extrañe que aparezcan síntomas de depresión y ansiedad. Una mente negativa, jamás podrá darte una vida positiva.
  4. No cabe duda que otra consecuencia negativade mantener este tipo de conducta es el deterioro en las relaciones sociales. El apoyo y la llamada de atención que en un principio podía aparecer con la conducta victimista, normalmente acaba por convertirse en rechazo. Las emociones se contagian y compartir tu tiempo con una persona que solo habla de problemas y de lo injusta que puede llegar a ser la vida, puede resultar agotador.
  5. Teniendo una conducta victimista  ganas una amplia zona confort ya que no asumes responsabilidades a cambio de adoptar un sentimiento de desesperanza. Esto hará que, en ocasiones, des por supuesto que los demás tengan que ayudarte en todo si o si, y si no lo hacen, te mostrarás triste o con enfado. A esto se le llama chantaje emocionalasí que, cambia el comportamiento porque a veces, sin quererlo, actuamos en contra de nuestros valores.

 

Tamara de la Rosa / Psicóloga en Tenerife

tamaraconsulta@gmail.com

Twitter: @tamarareinventa

Facebook: @reinventatetamara

Instagram: @tamarareniventa

Si quieres leer más artículos de Tamara de la Rosa (psicóloga en Tenerife):, ¡haz click aquí!