Una carta al desamor

Querido Desamor, yo creo que ya somos bien pocos a los que no hayas visitado alguna vez a lo largo de su vida. En consulta recibo numerosísimas personas afectadas por lo que les haces sentir. Personas ancladas en el dolor y con dificultad para gestionar su presencia. Y es que resulta difícil entender que alguien que te ha querido y se ha esforzado en demostrarlo, un día, de repente, sin esperarlo, te diga que el amor ha desaparecido. Muy duro, querido Desamor.

Muchas veces me he preguntado por qué tiene usted que aparecer en la vida de uno y destrozársela sin más. Pero la experiencia me ha enseñado que hay cosas que pasan simplemente porque tienen que pasar, y que cada uno decide qué hacer con eso que le pasa y el significado que le da. Hay veces que no hay ni siquiera que entender, simplemente aceptar. Sé que cualquier ruptura o despedida lleva consigo un proceso de duelo. Da igual si en ese momento estás fuerte o débil mentalmente. El dolor durante este proceso es un sentimiento natural del ser humano. Lo que depende de cada uno, según como lo gestione, es la duración de este proceso y la intensidad de las emociones durante el mismo.

Querido Desamor, los pacientes que acuden a consulta por su visita, es por la mala gestión que hacen con su presencia. Muchos se resisten a aceptar y reprimen hasta que somatizan de diferentes maneras. Ahí es cuando les explico que deben permitirse soltar la frustración, la tristeza, la pena, para dejar espacio a pensamientos que les recuerden quienes son, que merecen, y que les llenen de fuerza para seguir caminando a pesar del dolor.

El error que solemos cometer cuando usted nos visita, Tortuoso Desamor, es que parece que no nos basta con el dolor, sino que añadimos sufrimiento. A todos mis pacientes se los explico de la siguiente manera: su visita, es como si tuviéramos  una herida abierta. El dolor forma parte de tener una herida abierta, y para que ésta pueda cicatrizar, hay que hacer una buena cura y sobre todo dejarla de tocar. Si todos los días “decido” meter el dedo en la herida no solo tarda en cicatrizar, sino que se infecta. Algunos de los comportamientos voluntarios más habituales que simbolizan “meter el dedo en la herida” son: hacer seguimiento en redes sociales de tu ex, sus likes, comprobar si está en línea, preguntar por esa persona, escribirle, mirar sus fotos, etcétera. Es necesario tomar consciencia que cada vez que hacemos este tipo de conductas, estamos infectando la herida. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Querido Desamor, por las emociones que aparecen con su presencia, hay muchas personas con miedo a amar. No me refiero a las personas que eligen no mantener una relación formal porque no les apetece, o porque adoran su vida de soltería, sino a las que huyen de tenerlas por miedo a enamorarse, fracasar en el amor y sufrir. Para estas personas, cualquier situación que pueda desencadenar en la consolidación de unos lazos afectivos propios del enamoramiento, es rechazada totalmente de forma anticipada. Esto provoca sentimientos encontrados, ya que este rechazo anticipado imposibilita el enamoramiento cruzándose muchas veces con el deseo de poder experimentarlo sin miedos. Normalmente este miedo intenso aparece en personas a las que usted ha visitado de forma muy intensa.

Querido Desamor, es importante que la gente sepa que no es usted incondicional y que las emociones que se siente cuando nos visita, no son para siempre y se pueden gestionar, no para evitar el dolor, pero si para regular la intensidad y hacer más corta su estancia. Lo que sí está claro, es que si no hacemos cambio ante su llegada, nuestro mundo emocional puede complicarse algo.

Me despido Desamor. No si volveré a sentirle o no, pero quiero que sepa que no lo voy a atender como otras veces centrando mi atención única y exclusivamente en lo que usted me hace sentir. Somos química, e igual que usted me baja la serotonina, yo ya he aprendido a generarme dopamina, oxitocina y endorfinas que la compensan. Un abrazo

 

Tamara de la Rosa / Psicóloga en Tenerife

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