Tamara de la Rosa

Una dosis de coraje, ¡por favor!

Tamara de la Rosa

¡Camarero, una de coraje por favor!Que sencillo sería todo si solo tuviéramos que pedirlo ¿verdad? Pues olvida al camarero y pídetelo a ti mismo porque el coraje no está en la carta pero si en tu interior. Todos tenemos coraje, pero a veces lo dejamos dormir y nos olvidamos de despertarlo. El coraje es una virtud que no solo hay que tener para luchar en una guerra, o para ser más rápido y fuerte que el rival en cualquier tipo de deporte. También es imprescindible para enfrentarse a una enfermedad, a una pérdida, a un conflicto vital, incluso para nuestro día a día.

Todos deberíamos potenciar nuestro coraje. Me refiero a esa fuerza de voluntad para llevar adelante una decisión a pesar de las complicaciones, los imprevistos, las zancadillas, las caídas, los golpes, siempre y cuando el motivo por el que nos esforcemos merezca la pena y nos haga felices. O esa fuerza de voluntad para tomar decisiones difíciles, para decir adiós y seguir hacia adelante a pesar del vacío.

Coraje es la habilidad de sobreponernos a las dificultades y mantener la idea de alcanzar nuestros propósitos a pesar del agotamiento.Es esa vocecilla que habla con fuerza y firmeza para callar y cerrarle el pico a nuestro diablito interior. Diablito y tortura china que no para de enviarnos mensajes vagos y cómodos donde nos invita a llevar todo tipo de acciones que no supongan un esfuerzo: “Ya está todo perdido, no te esfuerces para nada, déjalo ya, olvídalo, no estás hecho para esto”.

Debemos distinguir dos tipos de coraje o valentía:la valentía psicológica, en donde la persona se enfrenta con valor a sus conflictos internos, sus preocupaciones, sus miedos e inseguridades; y la valentía moral,en donde uno defiende su forma de pensar, sus principios y valores asumiendo el riesgo de perder amigos, trabajo o reputación.

Cuando hablamos de una persona con coraje,no estamos hablando de una persona con ausencia de miedos. Estamos hablando de una persona que no solo pone su atención a la pérdida que conlleva, o podría conllevar cierta decisión, sino de una persona con la consciencia de que hay algo por lo que merece la pena arriesgar. Puede ser cambiar de trabajo, poner fin a una relación, un cambio de look, empezar a marcar límites, hacer una crítica a tu jefe, probar con un deporte nuevo, cambiar de provincia, cambiar de colegio a tu hijo, hacerle frente a una enfermedad, etcétera.Cualquier decisión supone un riesgoy, la gran mayoría un esfuerzo. Una persona con coraje pone el foco de atención en las consecuencias positivas que puede obtener con su decisión, y no únicamente en las pérdidas.

Cuando crees que todo aquello que quieres crear, cambiar y construir tiene sentido, es cuando el coraje arranca motores y te invita a dar los primero pasos. Una vez dados los primeros, tan solo se trata de mantenerte en marcha. El coraje mueve sentimientos, emociones y visiones que nos permite llegar más allá de lo que imaginamos y trascender nuestros propios límites.

Reflexiones:

  1. ¿Hasta dónde serías capaz de llegar por evitar el dolor de un ser muy querido?A eso justo me refiero con coraje. A esa capacidad de realizar actos inimaginables cuando la vida nos pone en situaciones límite.
  2. Puede que tengas un diablito insistente, algo negativo y pesimista que no para de ponerte fácil que te rindas, o que ni siquiera lo intentes. Pero no olvides que, al otro lado de tu mente, tienes un angelito lleno de mensajes racionales y dedicándote palabras de aliento.Solo tienes que escuchar lo que te dice y repetírtelo en voz alta para que así, los mensajes del diablito vayan perdiendo peso e interés. Tú decides donde poner el foco. Sustituye los mensajes que te paralizan por otros que te pongan en marcha tipo:“Vamos, quieres hacerlo, da el último empujón, da igual el resultado, ahora mismo céntrate en hacerlo lo mejor que puedes”

“El coraje no siempre hace ruido. A veces es una vocecita al final del día que dice: mañana lo intento de nuevo”

 

Tamara de la Rosa / Psicóloga

 

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